LOS TRASTORNOS DE CONDUCTA EN EL AULA.
Andrés Fernández- Psicólogo Psicoanalista
La escuela pasa por una situación complicada
donde las dificultades en el aula cada vez son más patentes. Muchos alumnos se
muestran desanimados, desganados, desmotivados y con poco interés por los
contenidos académicos. El profesorado encuentra que su trabajo acaba muchas
veces desaprovechado y no sabe cómo conseguir educar o enseñar una materia.
Actualmente hay muchos chicos que acceden a los estudios sin ganas; estos
mismos chicos en otra época, que
algunos evocan como mejor para educar, no estarían.
Cuando nos encontramos que la situación viene
agravada por el hecho de que hay un número de alumnos que tienen un
comportamiento provocador y disruptivo en el aula, la cosa se complica más. Los
adolescentes con trastornos graves de la conducta pueden llegar a provocar una
situación muy conflictiva en un centro escolar y generar malestar en los
compañeros y sobre todo, en los profesores encargados de organizar los
contenidos educativos.
Hay actuaciones que se pueden realizar con
estos alumnos y que mejoran su comportamiento en la escuela. Cuando el chico o
la chica ve que hay una atención hacia él, que alguien se ocupa de él, de sus
dificultades y de sus problemas, estas actuaciones hacen de válvula de escape
de sus malestares y de su
angustia. Aunque tenemos que tener en cuenta que muchas veces la dinámica escolar no facilita estas
actuaciones. Para entenderlo mejor deberíamos atender a los que A. Cordié
propone en el siguiente párrafo: “……….los
profesores, que han de encontrar las vías para constituirse en un Otro que
oriente a los alumnos son, a la vez, sujetos que también tendrían que ser
acogidos por este Otro de la institución que ellos representan para el
alumnado………..la escuela debería poder instituirse en un lugar de confianza,
tanto para alumnos como para profesores y ofrecer – a ambos – medios y
herramientas para poderlo ocupar. En cualquier caso, la autoconfianaza de cada
uno necesita pasar por la confianza que le profesa el otro” (A. Cordié,
1998).
Ver siempre a los mismos alumnos fuera del aula por motivos diversos, a veces con razón
y otras sin una razón aparente, es una muestra de que hay alguna cosa que no
funciona, y nos tenemos que
plantear qué se puede hacer. No hemos de centrar el problema únicamente en el
alumno, hemos de ver de qué manera se puede cambiar la situación.
Algunos de los objetivos que se deberían
poder conseguir son:
·
Captar
la lógica interna de la conducta persistente.
·
Sensibilización
delante del malestar de esta conducta.
·
Dar
hospitalidad a este tipo de alumnos.
·
Acompañarlos
en el proceso de transformación de su posición.
·
Transformar
las conductas por medio del acompañamiento y el consentimiento.
·
Situarse
el profesor y la institución educativa delante del sentimiento de vida y de la
inflexión que provoca en el alumno.
·
Realizar
una modalidad de trabajo más ajustada a las necesidades de estos alumnos.
·
Fomentar
el compromiso y la corresponsabilidad de todos los participantes.
·
Crear un
entorno que mitigue las experiencias de vulnerabilidad en este alumnado.
- Generar condiciones de transformación de la
conducta y de progreso en el aprendizaje.
Esto plantea cambios en el proceso educativo
que tal y como plantea
Mirieu: “…la educación sólo puede huir a las
desviaciones simétricas de la abstención pedagógica y de la fabricación del
niño si se centra en la relación del sujeto en el mundo…. movilizar todo lo
necesario para que el sujeto entre en el mundo y se sostenga en él, se apropie
de los interrogantes que han constituido la cultura humana, incorpore los
saberes elaborados por los hombres en respuesta a estos interrogantes…… y los
subvierta con respuestas propias.” (Mirieu, P.
Frankenstein educador. 1998, pág. 70)
El psicoanálisis puede ayudar a ver de qué
manera el trato con el alumno que presenta dificultades puede ser más
ventajoso. El concepto de sujeto es
muy operativo porque permite explorar y explicar la conducta del alumno
respecto de su problema y de su malestar.
Lo que interesa es entender y educar la
conducta errática, y dar valor al acto antisocial, ¿qué quiere decirnos cuando
hace algo molesto?
El concepto
de sujeto que aporta el psicoanálisis al concierto de las disciplinas
resulta muy operativo porque nos permite explorar y explicar la conducta del
alumno respecto a su problema, el núcleo de su malestar: el sentimiento
de la vida y el sufrimiento que produce la imagen mortificante que tiene de sí
mismo, traducida en un bajo autoconcepto. Esto explica por qué huye con tanto
coraje de especialistas que le pueden certificar la debilidad mental o la
enfermedad mental.
Un primer elemento identificador es ver a
quién va dirigida la conducta en última instancia:
·
En los
trastornos de la atención y la actividad: hacia ellos o su cuerpo.
·
En los
trastornos de conducta: hacia los otros.
Hemos de dejar claro que el trastorno grave
de conducta es una manifestación de malestar que va asociado a diferentes
estructuras: una neurosis actuadora, una esquizofrenia o una perversión -en
muchos casos puede venir dado por una estructura psicótica (autismo,
esquizofrenia, melancolía o paranoia). Otro de los motivos puede ser una
desocialización importante del chico o la chica.
J. Rodriguez Sacristán (1995) dice sobre los
trastornos de conducta que es “un
conjunto de comportamientos, de formas de actuación diversa, que no siempre son
entidades clínicas definidas, sus elementos comunes son molestar a los otros y
romper las normas sociales aceptadas”.
D. Winnicott en el libro La tendencia
antisocial dice que
participan de un sentimiento fruto de la sensación de haber vivido la
desposesión, la pérdida de alguna cosa que no se explican y que les hace persistir en una
conducta que podemos interpretar como la manifestación silenciosa del derecho a
ser considerados y ayudados a sobreponerse de este sentimiento mórbido,
doloroso y entristecedor.
Sentimiento de desposesión que envuelve a la
persona en la dificultad de elaborar ideas concluyentes para separarse de las
vivencias infantiles y encarar los retos que anuncian la pubertad. La falta de
juicios concluyentes sobre el pasado y el futuro le empujan a una vida errática. Este término hace referencia
de un verdadero extravío, de una desorientación subjetiva, que parece
caracterizarlos mucho mejor que la implicación en las prácticas delincuentes o
toxicómanas.
Cuando hablamos de errancia se puede dar en
todas las estructuras: neurótica, psicótica o perversa. Una vía de trabajo
sería entender y educar la conducta errática i dar valor al acto antisocial
(A.Aichhorn, M. Klein, K. Abraham, F.Alexander o D. Winnicott).
El hecho que se haga una clasificación de los
diferentes trastornos se hace con el objetivo de que la ciencia dé respuesta a
los síntomas. Después de más de medio siglo aún no hay un tratamiento que
podamos considerar efectivo, sólo hay aproximaciones. El abandono de la
subjetividad y su exclusión en muchos de los tratamientos ha producido unos
resultados poco satisfactorios. En muchos estudios se prescinde del paciente y
esto deja sin herramientas al educador.
En el trastorno de conducta, la conducta
alterada se identifica porque el alumno manifiesta de manera persistente y
repetida una respuesta, una acción fija ante determinadas situaciones. Es
importante añadir que se produce una imagen desenfocada de dicha situación.
Sensibilizarnos del tipo de sufrimiento que
provoca el trastorno de conducta es la única manera de poder comprender la
vivencia del alumno.
El educador A. Aichorn mostró en qué medida,
incluso con niños agresivos, una maniobra educativo-terapéutica era posible;
pueden hacer aparecer una situación nueva para ellos: tener el derecho a
sobrevivir sin tener que mostrarse agresivo.
En toda intervención se han de tener en
cuenta los factores de vulnerabilidad del alumno con trastorno de conducta;
estos son:
·
El trastorno de adaptación: el niño tiene
una identidad que no les satisface. Se comporta de manera que los demás no
entienden y no hace aquello que los adultos esperan de él. El conflicto se da en la mayoría de
relaciones con los otros.
·
La labilidad emocional: tiene que ver con
un trastorno de ajuste donde se instala el sufrimiento. Se dan cambios de humor
que se manifiesta por alteraciones, tanto de las emociones, como del cuerpo.
·
Las dificultades de aprendizaje: se dan
cuando hay un trastorno de adaptación. El alumno tiene la idea de que ha
fracasado y no puede evitar el tener una visión negativa o poco ajustada de sí
mismo.
·
Las familias que no ponen límites:
podríamos considerar que no es único de esta dimensión temporal, aunque puede
ser el inicio y genera un trastorno de ajuste. Los chicos que no aprenden unas normas básicas de comportamiento que les ayuden a
moverse por el mundo, eso les produce angustia ya que no tienen una base sólida
que les sirva ce cojín.
·
Las expulsiones reiteradas: es cuando se da
una eclosión de la alteración grave de la conducta. Hay un agravamiento del
sentimiento negativo de la vida, da un constante desafío a profesores y
maestros, y lleva a cabo conductas de huida. En esta situación el futuro se
vuelve muy incierto, ya que el alumno no puede dejar de dar estas respuestas.
Cuando se realiza la transmisión del
conocimiento impersonal, el alumno manifiesta su dificultad para conectar el
conocimiento más abstracto con la realidad que lo envuelve.
Como he mencionado, es importante que los
educadores y la institución sean sensibles al sentimiento de vida del
alumno. Este sentimiento es un proceso mental en la confluencia entre
los pensamientos y las emociones que fluyen del cuerpo. Es muy importante el trabajo individual que se ha de
desarrollar con los alumnos que
tienen dificultades. El objetivo es que puedan ser conscientes de que alguna
cosa les pasa, y puedan ver que los adultos los ayudan sosteniéndolos y no estigmatizándolos.
Muchas veces no son tratados como sujetos y no se da valor a lo que dicen.
Existe un elemento importante a destacar que
es el acompañamiento; este da su
fruto después de que se den toda una serie de condiciones:
·
Que haya
un adulto de confianza de este alumno que haga de puente en las relaciones con
las otras personas de la institución.
·
Que se
le haya dado el tiempo suficiente y necesario para que se establezca este
vínculo con un adulto.
·
Que se
sienta acogido y en ningún momento presionado para obtener resultados positivos
referentes a su conducta.
Esta propuesta planteada requiere que la
mayor parte posible de los adultos de la institución, que estén en contacto con
el chico o la chica, hagan uso de este tipo de relación con él, ya que es la
única posibilidad de obtener unos resultados diferentes, aunque esto requiere
de mucho tiempo y paciencia. En
una época marcada por la inmediatez y, donde el tiempo lógico propuesto
por Lacan para entender los procesos y actuar sin precipitaciones, parece que
no tiene cabida y dificulta las intervenciones sin una buena predisposición de
la institución.
Por lo tanto, la aplicación de una acción de
éste tipo necesita de una revolución, como dice Merieu, ya que nos encontramos
con resistencias de los que aún reclaman una educación basada en la trasmisión
de conocimientos desde una posición de autoridad donde el alumno absorbe lo que
el maestro le aboca y el alumno asimila y obedece. Aunque también hay un sector
de profesores que piden medios para facilitar otras maneras de hacer que
posibiliten el que se pueda
trabajar de la mejor manera posible para ellos y para los alumnos.
Lógicamente delante de los chicos o chicas
con un trastorno de conducta grave se han de poder hacer otras cosas e
intervenir de otra manera. La tutoría coordinada y enfocada desde este punto de
vista donde el alumno es acompañado, se le respeta su malestar, se fomenta la
conversación a través de la palabra y mediante su consentimiento, se le hace
asumir la responsabilidad de sus actos, etc.; los adultos de la escuela
colaboran en elaborar las intervenciones más adecuadas y miran de qué manera
pueden poner en común sus dificultades; se trabaja en red con otros
profesionales; se ponen en común con las familias las dificultades de comportamiento
y de aprendizaje con su hijo; todos estos elementos y los que vayan generando
la imaginación de todos los implicados, puede favorecer la disminución de los
conflictos.
Con respecto a la colaboración de los adultos
de la escuela, junto con otros profesionales externos, existe una manera de
trabajo que es la construcción de casos,
mediante éste sistema se intenta entrar en la dinámica interna del sujeto
dando cabida al conocimiento del mismo por parte de todos los participantes
viendo la mejor manera de llevar el caso. Es importante, como ya he dicho, que
la imaginación se ponga en juego para generar nuevas formas de intervención. En
estos casos la experiencia nos dice que es importante que haya uno que ponga
orden y que dirija las orientaciones en una dirección común según un vector de
trabajo pactado.
Vamos a ver algunos aspectos importantes de
la intervención así como elementos de la estructura que pueden ser concluyentes
o excluyentes para hacer un buen diagnóstico, elemento importante para la dirección
de la cura.
Educar
implica un buen ejercicio de autoridad. Cuando un padre, un maestro, un educador prohíbe o
castiga, las tres cuestiones fundamentales que se deberían de plantear son:
desde que lugar de la estructura de las interrelaciones humanas ejerce su
autoridad, en nombre de que valores o leyes trascendentes a sí mismo y a los
otros ejerce dicha función, en tercer lugar, con qué fin.
Hoy día cada vez más oímos ordenes dados a
niños del tipo, “estate quieto que me cansas”, “no hagas eso porque nos molestas” o, simplemente, “porque
lo digo yo”. Este modo de mandar, indefectiblemente, genera rebeldía, activa o
pasiva, en los educandos.
Sería bueno comparar lo que el CIE-10 nos
dice sobre el autismo y la psicosis
infantil dentro de los trastornos generalizados del desarrollo y lo que nos
dice sobre los trastornos de conducta. En el primer caso dice así “Se trata de un grupo de trastornos
caracterizados por alteraciones cualitativas en la interacción social recíproca
y en las formas de comunicación, y por un repertorio repetitivo, estereotipado
y restringido de intereses y actividades. Estas anomalías cualitativas son una
característica generalizada del comportamiento del individuo en todas las
situaciones, aunque su grado pueda variar. En la mayoría de los casos el
desarrollo es anormal desde la primera infancia y solo en contadas excepciones
se manifiestan por primera vez después de los cinco años de edad. Es habitual,
aunque no constante que haya algún grado de alteración cognitiva general...”
En el segundo, manifiesta “Los trastornos
disociales se caracterizan por una forma persistente y reiterada de
comportamiento disocial, agresivo o retador que en sus grados más extremos
puede llegar a violaciones de las normas, mayores de las que serían aceptables
para el carácter y la edad del individuo afectado y las características de la
sociedad en la que vive”
Algunos de los elementos característicos de
la psicosis que nos pueden ayudar a
determinar un diagnóstico más claro son:
·
Se
manifiesta en los primeros años de vida y estará presente siempre: “los
déficits persisten en la edad adulta”, luego es una cuestión de estructura.
·
No hay
organicidad, para Lacan: “la única organicidad implicada es la que motiva la
estructura de la significación”. (pág. 554, Escritos
2, en la edición en castellano “De una cuestión preliminar...”
·
El
efecto de este trastorno en su relación con el Otro, expresado en las
condiciones de su lazo con lo social, la comunicación y la interacción.
·
El
repertorio de conductas, circuitos e intereses a los que está abocado tiene un
carácter repetitivo, persistente e ineludible. Es un verdadero trabajo.
·
Que el
malestar no es una producción del sujeto destinada a los otros, sino que es
“algo que le viene”, le invade, se le impone y, en su desesperación, intenta
hacer un tratamiento de él.
·
Que el
repertorio de conductas, manías, estereotipias, repeticiones, recorridos
etc. son una producción y un
trabajo, y en el despliegue de esa producción que sigue una lógica que le guía,
enigmática para nosotros, se va produciendo una escritura que puede ser un modo
de tratamiento de ese malestar.
·
Que
tanto el malestar como el trabajo que despliega o que insiste, son una vía de aproximación a esa lógica
particular que permitiría cierto desciframiento del enigma que representan.
·
Que la
relación al otro puede ser vivida como amenazante.
·
Que el
tiempo sirve para regular y regularse solo si está disponible.
·
Que la
temporalidad se presenta.
Hay ciertos conceptos al respecto que pueden
orientarnos en la acción educativa:
·
Saber y
saber no-saber, del maestro.
·
Consentimiento
mutuo.
·
Confianza
mutua.
·
Hospitalidad
de la escuela y del maestro.
·
Tacto de
la escuela y del maestro.
·
Convivencia.
·
Extranjero
como lo diferente, aquello que permite que tengamos algo que decirnos.
Enfocando la intervención desde una
perspectiva de trípode:
familia-niño-escuela, se han de crear espacios para cada entorno:
Familia - una escucha atenta de las dificultades de
la familia y, al mismo tiempo, orientarla si es necesario.
Niño
- éste ha de poder tener su propio espacio donde pueda hablar
de aquello que le hace sufrir, y ayudarle a elaborar simbólicamente los
impulsos que distorsionan su estabilidad emocional y no le permiten avanzar.
Escuela
- orientación a la escuela y
al docente, si es necesario. Establecer criterios en el trato relacional con el
niño que presenta estas dificultades para favorecer su integración en el grupo
clase y propiciar una actitud más
abierta frente los aprendizajes que ha de seguir.
Este funcionamiento terapéutico en forma de
trípode seria llevado por un profesional que sería el referente del caso.
Coordinaría los tres espacios, centraría la información de cada uno de los
ámbitos, y permitiría la fluidez de las dificultades de cada uno de los sujetos
implicados.
Esta forma articulada de tratamiento del
malestar del niño permite una comprensión, una elaboración de la inquietud del
niño, y una reorientación de los aspectos que favorecerían la inquietud del
pequeño.
Trabajar
con la transferencia. De tú a tú: El educador ha de
plantearse si quiere trabajar sobre
aquello que el niño "es" o sobre aquello que el niño
"hace". No olvidemos que incluso, la misma etiqueta de TDAH,
puede venir determinada por lo que el niño “hace" y no por lo que el niño
"es"
La
Terceridad. Espacios de distanciamiento en la relación especular: Posibilitar que el educador que lleve la
acción tutorial destinada a intervenir en estos casos contemple unos
"espacios" de distanciamiento "afectivos", esto es
francamente saludable para el docente, y tendría que arbitrarse dentro de la
Escuela - no es suficiente la intervención de los profesionales externos que
asesoran - como sistema de intervención y trabajo para contribuir a la
objetividad de las actuaciones.
Viñeta
clínica:
JM es un alumno de 13 años que está en un
instituto de secundaria realizando 2º curso de la ESO. Este alumno es de etnia
gitana y, desde el año pasado, presenta trastorno de conducta en el aula. La
familia pide una intervención psicológica externa pero cuando se le facilita el abuelo, que ejerce como patriarca,
decide que no, que ya han tenido una mala experiencia con una tía de JM. El
niño no puede estar en el aula, pues insulta, pega y molesta a los compañeros y
compañeras, y se enfrenta a los profesores. Los elementos sexuales siempre
están presentes con una escenificación constante cuando está en grupo. Cuando
al alumno se le trata individualmente cambia totalmente su actitud, si no está
muy alterado, colabora y es capaz de trabajar o de mantener una conversación.
Yo me convierto en su referente en el centro y suele estar muchas horas
conmigo, incluso dentro del aula. Pero se le ha de adaptar el horario y acaba
no asistiendo a ninguna clase. Se intenta elaborar un plan de trabajo con unos
mínimos objetivos para poder ir aumentando progresivamente su incorporación en
ciertas asignaturas en las que su vínculo con el profesor es bueno. Yo planteo
una serie de pautas de cómo tratar a éste alumno para evitar conflictos y
observo que, cuando se cumplen, la cosa funciona mejor. El curso anterior
relataba episodios en los que manifestaba que algo le pasaba en la cabeza que
él no entendía, esto parece que remite pero me hace sospechar de una psicosis,
ya que cuando esta con otros alumnos, sobre todo chicas, se transforma.
Actualmente sigue sin entrar en clase y suele generar problemas con otros
alumnos.
Cuando a estos alumnos no se los consigue
tratar a tiempo en un estadio más temprano y, antes de que el medio de
reeducación los marque en un rol de “fuera de la Ley”, esto provocará que se consideren
del grupo de los marginales frente a los adultos. Lo que está en juego es su
necesidad de que se les reconozca su deseo. Lo que nos interesa del síntoma es
la forma de relación del sujeto con el mundo, Lacan dijo que un síntoma se
dirige a nadie, es “el deseo de una carencia que, en el otro, designa otro
deseo”.
En muchos casos de conducta delictiva
influyen las figuras parentales. Ocurre cuando el sujeto no ha sido marcado por las insignias de las que el
padre es el punto de apoyo, entendiendo las insignias del padre como lo que el
padre representa para el sujeto en un plano inconsciente, como soporte
simbólico. También cuando hay una ausencia de afectividad materna que conduce
a conductas asociales que, en
verdad, son demandas de amor.
Podemos concluir que el hecho de poder
entender las conductas con una lógica diferente, donde se de una cierta escucha
de lo que al sujeto le ocurre, de su sufrimiento y de su angustia, puede ayudar
mucho. Pero sería ingenuo pensar que eso se dará de inmediato, es necesario
esperar para que surja algún elemento significante que nos permita empezar un proceso que muchas veces se
convierte en un imposible pero que, en otras, da su fruto.
BIBLIOGRAFIA
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amb alteracions greus de conducta en els centres educatius: com acompanyar-lo. Departament
d’ensenyament. Generalitat de Catalunya
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